Hace poco en una de las visitas rutinarias que realizaba a la localidad de San Luís de Shuaro en la provincia de Chanchamayo, Junín; localidad donde radican mis menores hijos, estupefacto o sombrío fue mi sorpresa al recibir un hola papi y un abrazo acogedor y de extrañeza de Alexia la mayor de mis hijas de 4 años; por un extraño abrazo de sobrecogimiento como buscando la protección y cuidado más que paternal; ante mi consulta ella a sus escasos años se puso a contarme sobre lo que había acontecido en una localidad próxima también enclavada en el Valle de Chanchamayo, exactamente en Pichanaki; Pistachos fue la primera palabra de este conmovedor relato que mi hija iniciaba y que ya no era extraño a mi vocabulario pero que hacía tiempo había pasado por desapercibido, quedando un desagrado y sin sabor de que un niño menor de edad había quedado lisiado abruptamente por un sacaojos y más aun se especulaba de la complicidad de autoridades policiales para cometer exacerbados actos de deterioro humano. Fue ahí que se me vino a le mente una recopilación de datos que hacía años me habían regalado unos amigos en una ONG en Cerro de Pasco con motivo de mis 16 cumpleaños titulado PISHTACOS de Verdugos a Sacaojos.
Según la Enciclopedia en línea Wikipedia
Legendario personaje de la tradición andina peruana. La palabra Pishtaco proviene del quechua (pishtay = cortar en tiras); La leyenda del Pishtaco o pishtaku como asesino a sueldo surge entre la población de los Andes peruanos, en especial en los departamentos de Junín, Huancavelica, Cuzco, Ayacucho, Apurimac, Pasco y la sierra de Lima.
Según Tauro del Pino en su diccionario enciclopédico del Perú se trataría de un bandolero cuya ocupación es asaltar mujeres u hombres solitarios. Degüella a sus víctimas para comer su carne en forma de chicharrones y vender la grasa. O bien las entierra, a veces con vida, para fecundar la tierra o dar solidez a las construcciones. La figura del pishtaco aparece desde muy antiguo en la tradición quechua, ya en épocas prehispánicas se tienen noticias de sicarios enviados por los grupos de poder o por etnias rivales para eliminar a personajes importantes o simplemente diezmar la población. Ricardo Palma menciona en sus Tradiciones Peruanas (Los Barbones) la figura del pishtaco o naqak en Cuzco, narra la agresión que los indígenas cuzqueños infringieron a un grupo de betlemitas acusándolos de pishtacos, pues a decir de estas personas los buenos frailes secuestraban personas a quienes extraían la grasa para elaborar los ungüentos con que curaban en el hospital que ellos tenía al costado de su iglesia y monasterio. Una rápida revisión al imaginario colectivo de los andes nos dará en claro algunos puntos comunes que constituyen la personalidad del pishtaco.
Los Saca Ojos
El martes 29 y el miércoles 30 de Noviembre de 1988 cientos de madres de Villa El Salvador y de otros distritos de Lima sacaban con desesperación a sus hijos de los colegios. Los niños, mirando a sus madres asustadas, se echaban a llorar sin comprender por qué. Habían aparecido los sacaojos. Según algunas versiones eran extranjeros, según otras eran médicos. Lo cierto es que iban a borde de un automóvil secuestrando niños para extraerles los ojos; posteriormente los abandonaban, con el rostro cubierto, un sobre en los bolsillos con una cierta cantidad de dólares y un mensaje de agradecimiento.
Se consignan hasta dos intentos —felizmente sólo intentos— de linchamiento de sacaojos: un grupo de franceses que fueron encontrados por los vecinos del Asentamiento Humano José Carlos Mariátegui cuando recorrían su localidad en una especie de "turismo social" y un grupo de médicos del Instituto de Investigación Nutricional (ONG que capacita a pobladores como promotores de salud) en el Pueblo Joven Atusparia, alturas de Cantogrande.
Pero, aunque el mayor pánico por los sacaojos fue en Pueblos Jóvenes y Asentamientos Humanos, en realidad el miedo recorrió toda la ciudad. Secretarias, estudiantes universitarios y demás miembros de las «clases medias» contaban «casos verídicos» de sus vecinos o de personas cercanas a sus familiares que habían sufrido o que por lo menos habían visto «niños sin ojos» o «velorios de niños sin ojos» (había versiones según las cuales los chicos morían, otras en que quedaban vivos aunque ciegos).
Referencia
http://astaelkulo.blogcindario.com/2006/02/00066-los-saca-ojos.html
Al finalizar el año de 1988, los medios de comunicación plantearon el desafío siguiente; si no hay una denuncia policial, sino se presenta al público por lo menos un solo caso de un niño sin ojos, entonces se trata de un solo rumor y no de una realidad. Así Edmundo oficial se interesaba por la veracidad a partir de la denuncia, mostrándose una vez más el divorcio entre los mecanismos jurídicos y políticos con la cultura popular.
Hubo quienes pensaron que se trataba de una “bola” lanzada por el APRA a través del PAIT para impedir la protesta popular frente a los paquetazos económicos de setiembre y noviembre y el desencadenamiento de la hiperinflación. De manera más audaz otros pensaron que era un rumor generado por “Sendero Luminoso” como parte de su estrategia de expulsar a los extraños del campo y de las zonas marginales urbanas y tener así la dominación total del territorio.
El miedo colectivo que recorrió las barriadas de ciudades como Lima y Chiclayo causó las clases de colegios de educación inicial; el pánico trascendió luego a los sectores medios de nuestra población. Secretarias estudiantes universitarios contaban “casos verídicos” de sus vecinos o personas cercanas a sus familiares que habían sufrido o por lo menos visto “niños sin ojos”, “velorios de niños sin ojos”, etc.
Pishtacos de Verdugos a Sacaojos / Juan Ansión; Lima Octubre de 1989. pág. 149
Leyenda Urbana o Mito Serrano
Como fuera el caso la historia de los Pistachos siempre ha estado presente en el quehacer de nuestra cultura andina, sola cabe recalcar que ante la duda esta favorece a quien la dice; vale recalcar que muchas de los relatos se han convertido en cuentos, historias, leyendas y otros similares.
Termino éste acápite mencionando que cierto o no ví conmovido a toda una población en este caso al Valle del Chanchamayo quienes habían sufrido el estupor de éste caso y por supuesto el trance que había ocasionado en mi pequeña hija.
Algunos links relacionados al tema
Pistachos y grasa para el rifle
http://www.everyoneweb.es/WA/DataFilesClub-Emanuel/CapituloVII.pdf
Foro de Pistachos
http://www.forosperu.net/showthread.php?t=27349